martes, 2 de junio de 2020

George Floyd, 46 años de edad…



George Floyd, 46 años de edad…

>>>Por obvias razones, esta entrada, no tendrá música de fondo recomendada por mí, para leerla…<<<

Esta noticia, sí que me ha dejado con un mal sabor de boca…
Es increíble el grado de insensibilidad, con la que los “servidores públicos” ejercen su “oficio”…
Es increíble que le grites, que no puedas respirar, que menciones a tu madre… le ruegues y le pidas por favor… y que las circunstancias no cambien… que te sometan hasta matarte…

Recordé un libro “la Milla Verde” de Stephen King, no es un libro para cualquiera, puede llegar a tocar fibras sensibles en tu vida, y te puede hacer verla y sentirla de otra forma… (lo que se encuentre entre paréntesis y en color azul, es parte del libro)
Si entiendes el mensaje del autor, quizá coincidas con él, cuando te hace reflexionar sobre: los seres humanos, somos una mierda…

-¡POR FAVOR, NO PUEDO RESPIRAR!
(A cualquier edad, es horrible sentirse solo y asustado, pero creo que es peor cuando uno es viejo.)

-¡MAMÁ!
(-Le pedí un pañuelo a mi madre -continuó Bruto-. Así, cuando me sentía pequeño y asustado podría oler su perfume para no sentirme tan mal.)
¡joder! ¡Que mierdas debemos ser, para no reaccionar ante esto!
¿Qué olió, cuando “el pañuelo de su madre” no estaba allí? Buscando a su madre, como si fuese ese pañuelo para no sentirse asustado y pequeño ¿olió el suelo, tierra mojada? o ¿olió el piso con olor a hierro y cloro, de su propia sangre y saliva?
Mierda…. Realmente, no me cabe en la cabeza, me heló la sangre observar todo el video en el que el oficial, somete a un “criminal”, ¿hubiese tenido un trato “preferencial” si su todo de piel fuese un poco más “claro”, unos tonos más claros en la escala de un PANTONE?

(-¡No, imbécil!- gritó Bruto, pero Percy no le hizo el menor caso.
En el preciso instante en que Cascabel <ratón que llegó sin más, a las celdas de la prisión> alcanzaba el carrete, demasiado concentrado en su número para advertir la proximidad de su antiguo enemigo, Percy le asestó un puntapié con la gruesa suela de una de sus botas de trabajo. El espinazo del animal se partió con un crujido audible, y de su boca comenzó a manar sangre. Los ojitos pequeños y oscuros parecieron saltar de sus órbitas, y en ellos vi una expresión de angustia y sorpresa demasiado humana para un simple ratón.
Delacroix soltó un grito de horror y pena. Se lanzó contra la puerta de la celda, sacó los brazos entre los barrotes y comenzó a repetir el nombre del ratón una y otra vez.
Percy se volvió hacia él con una sonrisa en los labios. De hecho, se volvió hacia los tres.
-Ya está- dijo-. Sabía que tarde o temprano lo cogería. Sólo era cuestión de tiempo.
Dio media vuelta y caminó sobre sus pasos por el pasillo de la muerte, sin prisas, dejando a Cascabel tendido sobre el linóleo verde en medio de un charco de sangre.)

Ahora, con todas estas manifestaciones sucedidas, y por suceder… (el mundo gira y así son las cosas. Uno puede resignarse y girar con él o levantarse para protestar y seguir girando de todos modos…)

No quiero ni imaginar, qué es lo que tendrá que explicar el oficial Derek Chauvin, a qué preguntas tendrá que responder y a la presión social, y todas las  presiones a las que será sometido…, existirán millones de interpretaciones y conjeturas, si es que George Floyd, se resistió, si se encontraba drogado, si había cometido algún delito… pero ya no podremos conocer su versión…

(-He hecho muchas cosas en la vida de las que no me siento orgulloso, pero por primera vez creo que corro el riesgo de ir al infierno.
Lo miré para asegurarme de que no bromeaba, y me pareció que no lo hacía.
-¿qué quieres decir?
-que vamos a matar aun elegido de Dios -respondió-. A alguien que nunca hizo daño a nadie. ¿qué podré decir en mi favor cuando me encuentre con el Creador y me pida explicación, qué le diré? ¿Qué era mi trabajo, mi obligación?)

con esto, no digo que George Floyd, hubiese sido un elegido de Dios, pero como hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza, ¿nosotros mismos, no seremos los elegidos de Dios?

(-Usted, el señor Howell y los demás jefes han sido buenos conmigo -dijo John Coffey-. Sé que se preocupan por mí, pero tienen que dejar de hacerlo, porque yo me quiero ir jefe. <a la silla eléctrica>, -Intenté hablar, pero no pude. Sin embargo, él sí que podía. Lo que dio a continuación fue la parrafada más larga que le oí desde que lo conocía-: Estoy cansado del dolor que siento y oigo, jefe. Estoy cansado de vagar por las calles, solo como un tordo bajo la lluvia, sin nadie que me acompañe o me diga adónde vamos y por qué. Estoy cansado de ver que las personas son malas unas con otras. Es como si tuviera trozos de vidrio en la cabeza. Estoy cansado de las veces que intenté ayudar y no lo conseguí. Estoy cansado de la oscuridad y, sobre todo, del dolor. Es demasiado, su pidiera, acabaría con él, pero no puedo.)

Por último, un pasaje realmente triste… emotivo, que, como lo mencioné al inicio, te puede llegar a tocar fibras sensibles en tu vida, y puede hacerte verla y sentirla de otra forma…

(-¿Sabe, jefe? -dijo- esta tarde me quedé dormido y tuve un sueño. Soñé con el ratón de Del. <Cascabel>.
-¿De veras, John?- me coloqué a su izquierda y Harry a su derecha. Dean nos siguió y los cuatro comenzamos a recorrer el pasillo de la muerte <pasillo que condice a la silla eléctrica>. Fue la última vez que lo recorrí con un prisionero.
-sí- dijo- Soñé que iba a aquel sitio del que habló el jefe Howell, a Ratilandia. Había muchos niños, ¡y cómo se reían de los trucos! -Él mismo rió al recordarlo, pero enseguida volvió a ponerse serio-. Soñé que las dos niñas rubias estaban allí y también reían <niñas asesinadas por otra persona, por lo que John, fue culpado, por ser de color, por no saber defenderse>. Las abracé y no había sangre en su pelo; estaban bien. Todos miramos a Cascabel perseguir el carrete… ¡cómo reíamos! Nos partíamos de risa.
-Vaya- dije mientras pensaba que no podía continuar con ello, que era incapaz de hacerlo. Temí que en cualquier momento me pondría a gritar o a llorar o mi corazón estallaría de pena y sería el final. <obvio, sabe que es inocente, y que lo lleva a la silla eléctrica, para pagar un crimen que no cometió>.
Entramos a mi despacho. John miró alrededor y luego se arrodilló son que nadie se lo pidiera. Detrás de él, Harry me miró con expresión de angustia. Dean estaba blanco como el papel.
Me arrodillé al lado de John y pensé en lo irónica que era la situación: después de ayudar a tantos prisioneros en su último viaje, ahora era yo quien necesitaba ayuda. Al menos eso me parecía.
- ¿qué le pedimos a Dios, jefe? - preguntó.
-Valor- respondí sin detenerme a pensarlo. Cerré los ojos y dije-: DIOS TODOPODEROSO, AYÚDANOS A TERMINAR LO QUE HEMOS EMPEZADO. POR FAVOR, DA LA BIENVENIDA EN EL CIELO A ESTE HOMBRE, JOHN COFFEY Y CONCÉDELE LA PAZ. AYÚDANOS A DESPEDIRLO COMO MERECE Y NO PERMITAS QUE NADA SALGA MAL. AMÉN.- Abrí los ojos y miré a Dean y a Harry. Ambos tenían mejor aspecto, aunque dudo que fuera por mi oración. Quizá les hubiera hecho bien tener unos instantes para recuperar el aliento.
Empecé a incorporarme y John me cogió del brazo. Me dirigió una mirada tímida y esperanzada a la vez.
-recuerdo una plegaria que alguien me enseñó cuando era pequeño -dijo-. O eso creo. ¿puedo decirla?
-adelante- respondió Dean-. Tenemos mucho tiempo.
John cerró los ojos y frunció el entrecejo en una mueca de concentración. Esperaba oír una versión confusa del padrenuestro o quizá “ángel de la guardia, dulce compañía…”, pero no; lo que escuché a continuación fue algo que nunca había oído antes y que nunca volvería a oír. Con las manos juntas delante de los ojos cerrados, John Coffey dijo:
-NIÑO JESÚS, TIERNO Y BONDADOSO, RUEGA POR ESTE NIÑO HUÉRFANO. SÉ MI FUERZA, SÉ MI AMIGO HASTA LA HORA DE MI MUERTE, AMÉN. -abrió los ojos, comenzó a levantarse y luego me miró atentamente.
Me enjugué los ojos con el antebrazo. Mientras lo escuchaba, bahía pensado en Del, que al final también había querido rezar otra oración: “Dios te salve María, llena eres de gracia… Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén”.
-lo siento, John.
-no lo sienta, jefe -dijo. Me dio un pequeño apretón en el brazo y sonrió. Y luego, tal como temía, tuvo que ayudarme a ponerme de pie.)

NO ELEGIMOS DÓNDE NI CUÁNDO NACEMOS, PERO AL MENOS DEBERÍAMOS PODER DECIDIR CÓMO AFRONTAR EL ÚLTIMO MINUTO DE NUESTRA VIDA. PERO HASTA ESO LO TENEMOS NEGADO. (Julia Navarro)

Que todo el mundo se gane el perdón, de quien lo tenga que conseguir…
Efrain >. >.